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Adios Gonzalo Rojas
El año pasado, mi profesor de fotografía nos mostraba algunos de sus trabajos, y entre éstos habia un par de retratos del poeta Gonzalo Rojas. Debo admitir que no conocía muy bien a este poeta chileno y hoy, en el día de su muerte, volví a encontrar aquel retrato y descubrí un hermoso poema llamado “Materia de Testamento”.
Gonzalo Rojas nació el 20 de diciembre de 1917 en Lebu (capital de la Provincia de Arauco, en Región del Biobío) como el séptimo de ocho hermanos. Su padre fue minero del carbón y murió en 1921.
A los 16 años escribió sus primeros poemas. Realizó sus estudios escolares en Concepción e Iquique. En 1937 ingresó a la carrera de derecho en la Universidad de Chile, asistiendo paralelamente a cursos de letras. Duro sólo un año: al siguiente ingresó al Instituto Pedagógico.
Durante su juventud formó parte del grupo surrealista “Mandrágora” y su quehacer literario lo convirtió en miembro de la llamada “Generación del 38“.
Tras realizar diversos viajes por el país y cumplir diferentes oficios, en 1947 se trasladó con su familia a vivir a Valparaíso, enseñando de día en colegios de educación secundaria y por las noches en los liceos nocturnos. En 1948 publicó su primer libro, “La miseria del hombre”.
En 1953 realizó su primer viaje a Europa y en 1958 organizó y presidió el Primer Encuentro de Escritores Chilenos. En 1959 viajó a China invitado por la Unión de Escritores Chinos, sosteniendo incluso un encuentro con Mao Tse Tung.
En 1964 publicó su segundo libro, “Contra la muerte”. En celebración de sus 50 años, en 1967, fue declarado Hijo Ilustre de Lebu, su ciudad natal, y los poetas jóvenes de Chile organizaron el “Encuentro con Gonzalo Rojas”.
Fue designado por el Presidente Salvador Allende en 1970 consejero cultural en la República Popular China. En 1973 fue nombrado embajador en Cuba, cargo que no llegó a asumir debido al golpe militar. La dictadura le anuló el pasaporte y debió exiliarse en la República Democrática Alemana, donde permaneció hasta 1975, cuando se trasladó a Caracas, Venezuela, donde publicó en 1977 su libro “Oscuro”.
Entre 1980 y 1995 residió alternativamente entre Chile, Estados Unidos y Europa.
El 5 de junio de 1992 se le concedió la primera versión del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Recibió el galardón de manos de la monarca española el 2 de diciembre del mismo año en el Palacio Real de Madrid.
En noviembre recibió en Chile el Premio Nacional de Literatura. El mismo mes, la ciudad de Chillán, en la que en la que reside, lo declaró Ciudadano Ilustre.; mismo reconocimiento que recibió en 1995 por parte de Valparaíso.
Recibió en 1997 el Premio José Hernández, máximo galardón de las letras concedido por el país trasandino. Publicó “Río Turbio”.
México le otorgó en 1998 el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo.
Iniciando la década del 2000 dio conferencias y recitales de poesía en diversos países de América y Europa. Inauguró la Feria del Libro de Guadalajara. Apareció el primer volumen de la trilogía “Qué se ama cuando se ama”, edición realizada por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile que reunió su poesía de amor.
Recibió en 2001 el Premio Altazor y el Premio Municipal de Chillán.
El 10 de diciembre de 2003 se anunció en Madrid que se le había concedido el Premio Cervantes. Este galardón lo recibió el 23 de abril de 2004 en Alcalá de Henares de manos del Rey Juan Carlos de España. Con ese motivo, la Universidad de Alcalá organizó una exposición de su vida y obra y publicó una monografía sobre su persona.
2006 fue un año de viajes y homenajes por diversas ciudades del mundo como Madrid, Barcelona, Bremen, Bogotá, México, Trujillo, Lima, Buenos Aires, Guadalajara, Monterrey, entre otras.
Ese mismo año, doce universidades chilenas encabezadas por la Universidad Andrés Bello y la Pontificia Universidad Católica lo postularon al Premio Nobel de Literatura.
El Gobierno de Chile y la Fundación de Estudios Iberoamericanos Gonzalo Rojas organizaron en 2007 la celebración de sus noventa años.
El libro “Del agua” fue el obsequio oficial que el Estado de Chile entregó a los presidentes y jefes de Estado participantes en la XVII Cumbre Iberoamericana que se realizó en Santiago en noviembre de 2007.
Hoy a los 93 años de edad, fallece producto de un derrame cerebral. Las autoridades decretaron 2 dias de duelo nacional. Sus restos serán velados a partir de las 17:00 Hrs en el museo de Bellas Artes
Poema Materia de Testamento de Gonzalo Rojas
a mi madre la rotación de la Tierra,
al asma de Abraham Pizarro aunque no se me entienda un tren de humo,
a don Héctor el apellido May que le robaron,
a Débora su mujer el tercero día de las rosas,
a mis 5 hermanas la resurrección de las estrellas,
a Vallejo que no llega, la mesa puesta con un solo servicio,
a mi hermano Jacinto, el mejor de los conciertos,
al Torreón del Renegado donde no estoy nunca: Dios,
a mi infancia, ese potro colorado,
a la adolescencia, el abismo,
a Juan Rojas, un pez pescado en el remolino con su paciencia de santo,
a las mariposas los alerzales del sur,
a Hilda, l’amour fou, y ella está ahí durmiendo,
a Rodrigo Tomás mi primogénito el número áureo del coraje y el alumbramiento,
a Concepción un espejo roto,
a Gonzalo hijo el salto de la Poesía por encima de mi cabeza,
a Catalina y Valentina las bodas con hermosura y espero que me inviten,
a Valparaíso esa lágrima,
a mi Alonso de 12 años el nuevo automóvil siglo veintiuno listo para el vuelo,
a Santiago de Chile con sus 5 millones la mitología que le falta,
al año 73 la mierda,
al que calla y por lo visto otorga el Premio Nacional,
al exilio un par de zapatos sucios y un traje baleado,
a la nieve manchada con nuestra sangre otro Nüremberg,
a los desaparecidos la grandeza de haber sido hombres en el suplicio y haber muerto cantando,
al Lago Choshuenco la copa púrpura de sus aguas,
a las 300 a la vez, el riesgo,
a las adivinas, su esbeltez
a la calle 42 de New York City el paraíso,
a Wall Street un dólar cincuenta,
a la torrencialidad de estos días, nada,
a los vecinos con ese perro que no me deja dormir, ninguna cosa,
a los 200 mineros de El Orito a quienes enseñé a leer en el silabario de Heráclito, el encantamiento,
a Apollinaire la llave del infinito que le dejó Huidobro,
al surrealismo, él mismo,
a Buñuel el papel de rey que se sabía de memoria,
a la enumeración caótica el hastío,
a la Muerte un crucifijo grande de latón.